Y llevando 12 años preso, sin ver la luz, sin oír ni una sola voz sólo con su pensamiento durante tanto tiempo, se abrió la puerta de su celda y apareció ante él la figura del emperador y riéndose de él, le dijo: – y decidme, si pudierais formular un deseo ¿qué me pedirías? Edmundo contestó: – conocimientos señor ¿conocimientos? Replicó con grotesca burla el emperador: – ¡pide la libertad! A lo que Edmundo le contestó: – No. La libertad me la podéis robar, como usted ha podido comprobar, el conocimiento perdurará hasta el día en que muera.