Ojos hambrientos

Éramos como el trigo y la brisa,

como las piedras y el desierto.

Nos bebíamos mutuamente

con los ojos hambrientos.

Mordía tus palabras y en el

silencio de tus labios cerrados

abatía mi hambre con tu carne.

Estuve años sin rumbo varado 

en islas perdidas, recorriendo 

azarosos mares y sinfines de paisajes, 

añorando arcoíris de esperanzas sórdidas 

y vacías. Playas erradas frenan mi travesía 

y secan el sudor de mis deseos.

Así es el amor, la mayor de todas 

las verdades, un refugio de la realidad; 

la espada contra todos los males. 

Una guerra que se libra a diario 

pero que nunca deja muertos.

Ojos Hambrientos

Dayron Álamo
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